Fecha de primera edición: 15 de Mayo de 2020

Nació en Zamora, Michoacán, en 1881. Estudió en el Colegio de San Nicolás. Posteriormente cursó estudios de abogacía y se desempeñó tanto en el ramo militar como civil de su profesión. El doctor Cayetano Andrade lo define con términos encomiásticos: “Torres Guzmán es un poeta inspirado, hondo y emotivo. Ha cultivado de preferencia el género erótico, así como el epopéyico. Es un gran declamador y da a sus composiciones en la tribuna gran vida y elocuencia. A este respecto diremos que todavía se recuerda su vibrante composición titulada Pro Patria, que pronunció en el Colegio de San Nicolás en la festividad del 8 de mayo de 1904, escrita en décimas sonoras, cada una de las cuales fue interrumpida por nutridos aplausos”.

¡San Nicolás de Hidalgo!
I

El alma conmovida,

¡quizá junto al ocaso de la vida! 

haciendo un alto en la ordinaria brega,

devotamente llega

a saciar el anhelo

de desgranar la ofrenda de su canto, 

bajo la maravilla de este cielo

a la visión de esta ciudad de encanto.

Bien amada ciudad, clara y tranquila,

cuna de mis ensueños infantiles

y de mis ilusiones juveniles; 

desanduve el camino

por el que me alejara mi destino,

sin sentir en mis plantas los abrojos

ni la fatiga en mis cansados huesos, 

absorto en mis vivísimos antojos

de gustar otra vez tu pan, tu vino,

y volver a admirarte con mis ojos,

hoy que aún tibian mis besos,

aún en el alma alientan ilusiones

y el fuego que hace arder los corazones 

aún en el fondo de mi pecho arde;

bien amada ciudad, clara, tranquila, 

gentil como el lucero de la tarde.

II

Tras de azules montañas allá lejos

sin la fastuosidad de los reflejos 

del oro, del poder, de la grandeza, 

tranquila se levanta la firmeza

de mis modestos lares, 

donde ahuyentan del alma los pesares, 

con la bendita luz de sus cariños,

una esposa, unos niños;

pero, hasta mi apartada lejanía,

llegó un día

la voz que convocara al homenaje

del Ilustre Colegio, noble y bueno, 

que me albergó en su seno

y de la ilustración de nuestra Historia

hoy llena cuatro siglos con su gloria;

¡San Nicolás de Hidalgo!

Y con gran ilusión emprendí el viaje

y en lo poco que valgo,

todo mi amor y admiración le traje.

¡San Nicolás de Hidalgo!

Manantial de saber y de civismo

fuente de patriotismo;

en tu seno fecundo

gestaron a través de las edades,

el amor a las Artes y a la Ciencia,

la esperanza y la fe en la independencia, 

los anhelos de justas libertades.

Para elevarse a pregonar tu elogio

no tiene alas mi canto;

tú, por lo mucho que a la Patria diste, 

mi Colegio inmortal, bien mereciste

que te fundara y bendijera un santo.

III

A flor de nuestros labios,

está bullendo una legión de nombres

de justos, de patriotas y de sabios,

y a los rayos de la luz de la memoria, 

un desfile triunfal pasan los hombres 

amados de la Patria y de la gloria.

Don Vasco, el sabio, el justo, cuya vida

fue consagrada a derramar consuelo

en la raza vencida;

que llevó con cariño a todas partes

la bendición de sus sencillas artes,

y amor al saber, que lo alentara,

el insigne Colegio levantara,

que al difundir de las divinas ciencias 

las claridades bellas,

desvanece y ahuyenta en las conciencias 

por cimentar ansiadas libertades

y pasa por los siglos

con la serenidad de las estrellas.

El Padre de la Patria, el Padre Hidalgo, 

cuyo verbo potente

nos llamara a la vida independiente; 

al que en ofrenda van nuestros cariños 

y Padre le llamamos desde niños.

El héroe cuyo pecho

inflamó, con el fuego de una hoguera, 

el amor a la patria y al derecho,

y de los héroes admirado fuera;

que destrozó legiones,

labró Constituciones,

y parece

que mientras más se admira

más su figura se levanta y crece. 

¡Morelos!

homérico, gigante,

cuyo nombre, con letras de diamante, 

quisieran esculpir nuestros anhelos,

en los duros granitos de las cimas 

que se levantan a besar los cielos.

Cruzan los paladines

de nobles pechos y elevados fines, 

que lucharon, con firmes corazones, 

sombras, dudas, vestiglos,

y justas igualdades;

y rindieron su vida en la contienda, 

y murieron como héroes de leyenda.

Y pasan los maestros abnegados 

que cruzaron ingratas multitudes,

y pobres, resignados,

guiaron e ilustraron multitudes

con su amor, su saber y sus virtudes.

Y va el bohemio, soñador y loco,

que levantando el pensamiento al cielo, 

apostrofó al poder y a la estulticia,

en demanda de amor y de justicia

para la multitud, que poco a poco,

va caminando por ingrato suelo

bajo las duras cruces del trabajo:

“¡Hay que luchar! ¡Nuestro deber estriba

en ver por los derechos del andrajo:

es preciso que sepan los de arriba 

penetrar las angustias del de abajo!”.

IV

Pasarán estos días

de grandes alegrías,

recogeremos el frugal bagaje,

y volveremos a emprender el viaje 

para ir tras azuladas lejanías;

más los héroes, los justos y los sabios,

que por las aulas del plantel pasaron, 

y estelas de virtudes nos legaron;

a nuestros hijos servirán de ejemplo, 

y tendrán levantado a su memoria, 

en cada hogar un templo.

Y libres de pasiones y de males, 

olímpicos, serenos, inmortales, 

vivirán consagrados por la Historia 

bajo las catedrales

de la Gloria.

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